Meditación.

Miraba sin temor al arma del controlador del hielo. La verdad, es que esas armas me parecen muy poco honorables. Principalmente porque no tienen mérito, excepto en la puntería y suerte; hasta una ballesta tiene más mérito que eso. Las ballestas son muy parecidas a esas armas, y tampoco me gustan demasiado, pero las prefiero. Aunque si tuviese que elegir, un arco. Pero a lo que iba, esas armas... no, no soy honorables.

Por ejemplo, las armas blancas sí, porque puedes ser hábil, veloz, tener buenos reflejos, y puntería, bueno, eso también con las armas de fuego, pero las armas... las espadas, tienen mucho más mérito y más honor. Porque, no solo consta de rápidez, y reflejos, sino, también puede ser justo. Estan en igual de condiciones, ya que se ven las caras, y... más o menos, para mi, lo es, no sé si podría definirlo mejor, pero prefiero las armas de filo.

Me puse en pose defensiva, antes de decir nada. Mi brazo izquierdo extendido completamente, apuntando la cimitarra hacía él, al igual que la otra, aunque esta estaba por encima de mi cabeza. Entonces, aún sonriendo, le dije. -Las balas celestiales son un interesante arma, aunque no me preocupa. Suerte con poder disparar el arma.- Le dije, resaltando el disparar. Mientras me ponía en pose defensiva, granillos de tierra se habían encajado en el gatillo, no permitiendo el uso del arma, o al menos de las balas.

Entonces, mirando a Miku, con cierta ofensa a mi honor, aunque no aparente, le dije con una sonrisa algo más apagada, y voz algo más seria. -Te equivocas, hechicera. Un juego de niños, es quizás lo que tu tenderías a jugar... en cambio, este es un duelo por el honor y orgullo de cada cual. No pretendo herir, ni matar en este encuentro. Quizás me humillen, o al revés, pero es algo más complicado que un sencillo juego de niños....- Le explique desde lo alto de la columna.

Entonces, antes de empezar este 'duelo', dije. -Otra diferencía entre juegos de niños, lo que ahora aquí esta pasando, y una lucha de verdad. Un juego de niños se puede ganar y perder infinitas veces, en un duelo también... pero en la realidad, podrás ganar mil batallas, pero solo perder una!- Con esto, salté hacía atrás y le dije al caer en el otro lado de las columnas. -A ver como defiendes su honor, caballero del hielo, de orgulloso estandarte.- Lo decía por su afán de defender al clan Hikari; admirable.

Le esperé en el otro lado de la columnas. Con la pose defensiva, mire como llegaba, y aunque le escuche, no preste mucha atención a lo que dije. Estaba mirando como podría atacarle sin dañarle. Entonces, cuando saco la espada, lo supe. Aunque, antes de poder hacer nada, ví como la joven hechicera se desplomaba, o caía al suelo, entonces, mi primera necesidad era ir a ver como estaba, pese a lo demás; siempre ayudar a los que lo necesiten y merezcan.

Con esto, empece a correr hacia este hombre, sin temor a la espada. Di un pequeño salto al llegar allí y, utilizando mi espada de la mano derecha, aparte su arma, mientras con la otra, le daba en el costado descubierto por la desviación de su arma. No le di con la parte afilada, sino con la parte que no corta, simplemente causandole un leve dolor. Aprovechando eso, seguí corriendo, sin parar, hacía Miku.

Antes de llegar, le lance una bola de oscuridad a mi contrincante. Esta bola, mágica, te cubre la cabeza, haciendo que veas absolutamente nada. Tarda varios segundo en irse, mientras tanto, Guehnwyvar llego a la escena. Mientras el enemigo estaba sin poder ver, Guehnwyvar le distraía, dandole zarpazos sin arañar ni causar más que empujoncitos, retrocediendo y demás, mientras yo guerdaba mis cimitarra y me agachaba al lado de Miku.

-Perdona, no era mi intención...- Le dije, preocupado por ella. Pero, tenía que irme antes de causar mayores problemas. Aunque, primero puse mi mano en su frente. Aunque mi energía era oscura, por nacimiento, podría neutralizar esa energía y transmitirsela; eso hice. Le di parte de mi energía vital, a gran coste de cansancio, aunque cansado, mi corazón estaba sereno. Con esto, le susurre a Miku, viendo como la bola de oscuridad se disolvía ya, y Guehnwyvar lo dejaba en paz. -Nos volveremos a ver antes de lo que crees... Hasta entonces, hechicera de la luz.-

Con esto, me levanté, dejandole suavemente tumbada, hice que las columnas volviesen a la tierra y que no quedase nada de nosotros aquí. Guenhwyvar y yo ya habíamos desaparecido del lugar, antes de que el paladin del hielo pudiese volver a ver. Salí corriendo hacía la oscuridad de la noche, con la pantera, mi sombra, pegda a mi. Pronto será el amenecer, y hasta el próximo ocaso, de mí no se volverá a ver. Aunque, hay una nota en el suelo, en la arena, para el guerrero glacial.

Estaba en una posicion ofenciva contra Zack, cuando de repente escuche como si algo se desplomara contra el suelo, me di la vuelta y pude ver a Miku tumbada en el suelo, asi que iva a ir a ver que le habia ocurrido, pero antes de ir a por ella, Zack se hecho a correr hacia a mi y pego un salto. Cuando estaba en el aire, con una de sus espadas me aparto la espada, mientras que con la otra me dio en uno de mis costados. Al caer, se hecho a correr detras mia.
Me di la vuelta para ir a ver como estaba Miku y tambien para ver que iva a hacer Zack, pero en cuanto me di la vuelta una vola negra impacto en mi cara sin dejarme ver, no sabria decir muy bien que era esa bola, pero era molesta y no me dejaba ver.
-Maldito, quitame esta bola oscura de mi cara.
Sin saber a donde iva empece a caminar a ciegas, pero a los pocos pasos la pantera de Zack empezo a darme.
Al cabo de un rato, la pantera paro de darme golpes y la bola oscura se me quito de la cara y por fin pude ver clarito.
Al haber recuperado la vista, fui corriendo asta donde estaba Miuku y le dige zarandeandola un poco:
-He Miku, despierta, ¿qué te ha pasado?