Paseo por el Bosque ..::Libre::..

Me encontraba tan aburrida ese dia en mi casa, a verdad no me la queria pasar encerrada todo el tiempo para mi era una tortura el estar encerrada sin poder hacer nada, asi que me decidi a salir de hay y dirijirme al bosque donde tal vez todo seria mas tranquilo he interesante, asi que rapidamente tome cualquier abrigo, sali de mi casa y me diriji rapidamente asi el bosque.



Al llegar al bosque me quede pensando en que si era verdad que ese bosque no tenia fin me llamaba mucho la atencion el descubrir eso, asi que entre sin dudar al bosque. Despues de caminar unos minutos me di cuenta de que el bosque se parecia demaciado era como si estuviera dando vueltas, me sentia un poco cansada despues de haber caminado demaiado asi que decidi sentarme debajo de un arbol para descansar.



-Ah que lindo dia *sonrisa*-.

No podría irme peor. Otra vez me he metido en problemas. Hoy, como cada mucho mucho tiempo, iba a visitir, o al menos, mirar a mi familia del reino oscuro, Yami, con las intenciones de ver como estaban; bien. Pero yo siempre tenía la mala suerte que ser pillado, o... Bueno, no es mala suerte. Estamos en guerra, y las medidas de seguridad son muy elevadas, así que, me alegro de salir ileso de la mayoría de las pilladas.

Me había visto, esta vez, una persona de mi propia familia, para ser concretos, mi hermano. Si hubiese sido mi hermana Vierna, no hubiese pasado nada, pero mi hermano Dinin no me dejo ir facilmente. Conseguí librarme, y aunque llamo a los guardias del reino Yami. Me escapé por el bosque, y cuando pensé que me había librado...

Corriendo entre la maleza, con mi pantera a mi lado, detecté algo tarde las presencias de dos individuos. Paré tarde, aunque Guehnwyvar, mi pantera, consiguió parar antes y ocultarse, pasando desapercibida para los enemigos. Me paré en seco, mirando con recelo a las personas del lugar, sin decir nada. Simplemente, intenté actuar seguro, aunque estaba preocupado, y creo que ya me había delatado, así que... Puse mi manos en el mango de mis cimitarras, y esperé ver que pasaba.

Miré al suelo, con los ojos cerrados, con una renovada sonrisa burlona. Sus comentarios solo me hicieron saber que tendría que salir luchando, pero no tenía problema en eso. Me sorprendió como adivinó el aparente humano ese de que reino era, aunque mi familia era del reino yami, y demás. Pero bueno, eso no importa. Mi sonrisa burlona y de diversión se mostró, cuando levanté la cabeza para mirarles con mis ojos lilas. Entonces, reí levemente, observando unos datos antes de nada. Me sentía sereno, y no tenía preocupación alguna, por lo que me ayudo a poder estar tranquilo a la hora de analizar mi situación y pesar algún plan. Para empezar, no es un humano, ya que los humanos no tienen poderes, tales como invocar unas lanzas. Quizás hechicero, aunque cualquier otro ser es lo suficientemente mágica como para invocar un arma.

Centremonos en el arma. Una lanza, mágica supongo, que medirán más de un metro. No problem, mis armas también son mágicas, y tanto Centella como Muerte helada tienen filos de diamante, y poderes. La otra chica no dio indicio de hacer nada, pero, como era típico, tanto ella como el chico rieron, y hablaron de forma burlona. Yo, no iba ha caer tan bajo.Simplemente sonreí, desenfundando mis cimitarras y quitándome la capucha, mostrando mi oscura piel, y mi blanquezino pelo. Mis ojos violetas los miraron, y mi sonrisa desafiante lo decía todo. Pero dije...
-Encantados, miembros del clan Yami. Que sorpresa encontraros por estos lugares, pensé que os daba miedo los bosques y tal... Pero bueno, los jóvenes sois cada vez más irresponsables... Así va el reino Yami.- Dije para provocarlos, así dándome mayor ventaja y el poder de conocer sus habilidades.

Entonces, me puse en pose defensiva, manteniendo en mi visión a ambos enemigos, poniendo las cimitarra apuntando hacía abajo, indicando superioridad; también para cabrear los. Esperé a que hicieran algo, teniendo en cuenta el arma del otro, y, como me han pillado, ¿por qué no divertirme un poco?

Desde que dije eso, me quede como estaba, aún sonriendo y analizando la situación. Era un claro bastante bonito y amplio, dándome gran movilidad, aunque he luchado guerras entre estrechas paredes de túneles subterráneos, entre la más plena y segura oscuridad. Mis labios de color oscuro, como mi piel, dibujaban una sonrisa, sí, pero estaba en otro mundo. No estaba atentos a ellos, sino con mi mente totalmente en blanco. Cerré mis ojos, y me quedé muy quieto, con las cimitarra apuntando al suelo; entonces actué.

-No es de tu incumbencia, señor de las lanzas diamantinas. Tampoco os seré de mucha diversión, cuando os vayáis con las extremidades cortadas.- Les dije, aún con los ojos cerrados, haciendo mi jugada.
Y hecha estaba. Quieto ahí, no hice nada. La joven muchacha caminaba, acercándose a mi cuerpo, y cuando estaba cerca, más o menos, la tierra me trago; literalmente.

Estaba ahí, y de repente, como si de arena movediza se tratase, la tierra me trago, sin dejar rastro, haciendo que el suelo quedase igual que antes, como estaba, intacta. Entonces, apareciendo en lo alto de un árbol, con una cara seria, les dije. -Jóvenes de hoy en día... A ver si no sois lo que parecéis, que sino me decepcionaría. A ver si los estándares de los de la oscuridad siguen tan elevado como en el pasado; demostradme que no sois prescindibles en esta guerra.- Entonces, salté del árbol, ocultándome entre la maleza; que empiece el juego.
Pilladme si podéis!!

Por cierto, por si no entendisteis lo que pasó. Controlo la tierra, e hice que me tragase, aparecí al lado de un árbol, y lo escalé. Entonces, dije lo que dije, y salté del árbol, metiéndome otra vez en la tierra. Cuando menos se lo esperasen, saldré de la tierra otra vez en el claro, justo detrás suya. O sea, ya he salido detrás de ellos, en la misma posición de antes, solo que con una cara seria.