Dando clases de E.F. (Libre, a todos los alumnos).

Me había levantado, pese a mi odio hacía el sol, para dar clases en el lugar donde trabajaba: el colegio Airisu-Ko. Me levanté rápido y veloz como la oscuridad, y me precipite hacía mis cosas. Llegaba tarde. La noche de antes había estado en el reino Yami y me había encontrado con alguien del cual la pelea tampoco fue demasiado bien. Aunque yo me encuentre mucho mejor, seguía estando algo cansado y con muy pocas de salir al sol. Cogí mi capa verde y me puse la capucha para proteger mi cara de la luz solar; estaba listo.

Con Guehnwyvar pegada a mis tobillos, y mis cimitarras a mi cintura, salí de mi casa sigilosamente, pudiendome ocultar eficazmente entre las sombras del nuevo día, pese a que mi ecosistema sea la noche. Guehnwyvar se manejaba con tanta precisión como yo, o más, y ella sí que podría pasar desapercibidfa con muchísima facilidad. Así, escondidos, llegamos a las murallas del colegio, o vallas, lo que me importa eso, los saltaré igual.

Pues lo dicho, salté la valla, y Guehnwyvar con un poderoso salto, también. Entonces, tranquilamente nos acercamos al patio. Era... tercera hora, y era mi primera clase de toda mi vida en este reino, al igual que la primera clase de E.F de la mañana etc. etc. A ver si venían, o aprovechaban y se iban; peor para ellos. Entonces, apoyado en la columna que da a las puertas del insti, con la capucha sobre mi cabeza, ocultando mi rostro de la luz, cerré los ojos, con los brazos cruzados, y esperé, con Guehnwyvar tumbada a mis pies.

Que empiece mi nueva vida en el reino Hikari.

Estaba meditando sobre como podría dar mi clase cuando oí la voz de una persona. No creo que fuese un alumno, ya que su voz no parecía... bueno, sin ofender, demasiado joven. Aunque claro, todo engaña a primera vista. Me gire, sin mostras más que las puntas de mi cabello blanco, que salía por debajo de la capucha verde. La miraba y... era la directora Aiko, por lo que decía.

Oí sus palabras, y antes de responder, algo confuso por lo de... Temprano. Si había llegado tarde, pero bueno. Ella me tendío la mano, y cordialmente, se lo cogí, pero no para estrecharselo sino se lo cogí de forma caballerosa, y se lo bese, a la vez que reverenciaba.

Entonces, le conteste a su pregunta y le dije ante su comentario. -En efecto Directora, soy Zacknafein Drizzt Daermon N'a'Shezbaernon, o Do'Urden, como prefiera decir mi apellido. Pero, debo preguntarle que llego tarde, no?- Le pregunte, aún confundido. Mientras tanto, Guehnwyvar se levantó y se acerco con precaución a la directora, para olerla mejor.

Ví sus acciones, y oí sus palabras, pero, sin mostrar mi rostro, preferí callarme por ahora; es por educación dejarla terminar de hablar. Mientras tanto, Guehnwyvar, un gran felino, que le llegaba más o menos por la cintura a y la directora, se acerco a ella, y la olfateó. Ningún indicio malo, para empezar, y se relajo. Aunque se molesto levemente cuando la tocó, no hizo sonido alguno, dejando la cabeza para que le acariciasen; un animal formidable e inteligente.

Mientras tanto, miraba con mis ojos lilas la figura femenina de la directora. A la vez que le respondía a su argumento, con interés de saber cosas (la curiosidad mato al gato, dicen, menos mal que no soy un gato, sino... creo que habría gastado ya mis 7 vidas y más). -Llameme como quiera, Miss Kasumi, tanto Zack, como Drizzt, o señor Do'Urden. Como le sea más fácil. Y sí, me apetecería bastante, hablar con usted mientras me enseña el lugar.- Dije con una leve sonrisa, que no mostraba por la capucha.

Entonces, le dije. -Lo siento, no quise causarle molestías... ya me paso yo a recoger el nuevo horario, no se preocupe más, ya hace mucho enseñandome el lugar, jeje. Y... ¿podría explicarme un poco como son los alumnos de por aquí?- Le pregunté, esperando a que empezase el 'tour'. Guehnwyvar vino a mi lado, aún atendiendo a todo lo que sucedía a nuestro alrededor. Yo podía estar seguro con ella a mi lado.

Empezamos ha andar en dirección... Bueno, no lo sé, ella sabrá a donde me lleva. Mientras caminabamos, ella hablaba, la oía, y procesaba los datos para una respuesta, pero más que eso, en mi cabeza no pasaba nada. Estaba en blanco. Es algo que podía hacer, después de mucho entrenamiento claro esta. Ya tengo tiempo para meditar sobre las cosas, principalmente cuando 'duermo'. Sí, duermo entre comillas, porque no duermo. Simplemente cierro los ojos, me meto en una fase de meditación... Aunque estoy atento a todo lo que pasa a mi larededor, y con 5 horas, estoy más que recuperado.

Volviendo al mundo de la luz, mire a Aiko con una sonrisa, aún sin desvelar mi rostro; hasta no coger algo de confianza y estar en algún lugar con menos luz. A la vez que andabamos, yo con la cabeza agachada y Guehnwyvar a mi lado, le conteste. -Ok, gracias por la explicación. Pues esta, contestando a tu pregunta, se llama Guehnwyvar. Es mi fiel e inúnica compañera de aventuras, y hemos estado juntos varios...- Me quedé algo pillado a la hora de decirle cuanto tiempo. Técnicamente, varios siglos, pero sé que Guenhwyvar no quiere dar a entender que es un felino demoníaco, solo un felino normal.

-Mucho tiempo.- Conteste con rapidez, aunque no la suficiente como para no levantar sospechas. Aún así, cambié te tema antes de que pudiese centrarse en mi respuesta. -¿Y tu, tienes alguna mascota?- Le pregunte, siguiendola a donde me llevase. Todo el entorno lo estudiaba, aunque no parecía prestarle mucha antención, de mi mente no se borran todos estos detalles... Las piedritas, las hojas... Todo almacenado.

Guenhwyvar, Guenhwyvar, Guenhwyvar... La más vieja y fiel de todas mis amigas, y la única. Esta pantera era la mascota de la familia. Una de los demonios más poderosos de toda la historia, sellado en el cuerpo de una pantera, haciendo que su gran poder desapareciese, y se quedase para vivir eternamente en el cuerpo de una pantera. Os preguntaréis como llego a ser una pantera, pues fácil de explicar.

Guenhwyvar era como la gran sabía de todos los demonios, la más poderosa, la más hermosa, la más todo. Por eso, todas las demás demonios la tenían envidia. Y, hace muchos muchos años, la jefa de la casa Do'Urden reto a Guenhwyvar; pero mi antepasada no pensaba jugar limpio.

Guenhwyvar tenía algo especial. Y era que era buena. Entre los demonios, encontrar alguien honesto, diligente, generosa, era difícil. Pues ella lo era, y por eso fue derrotada. Mi antepasada la transformo con una poderoso hechizo, para el cual entreno mucho, ya que era uno de los hechizos más pedorosos y prohibidos hoy en día.

Después de eso, fue esclavizada y hecha la mascota de mi familia, aunque lo acepto sin queja; una derrota sucia, era una derrota, y la apuesta que hicieron debía cumplirse. La apuesta, sino lo habéis deducido ya, era que, si Guenhwyvar perdía, debía ser sierva de la casa Do'Urden. Y si Guenhwyvar ganaba, dejarían sus males sin sentido y vivirían sin hacer daño a nadie; pero eso no lo pudo evitar.

Guenhwyvar fue esclava durante muchos siglos, hasta que la guerra tuvo lugar. Entonces, tanto Zacknafein (mi padre) y yo, intentamos huir, con Guenhwyvar, quien se hizo mi amiga y compañera, sombra y... Bueno, no amada, pero si querida aventurera. Juntos hasta los días de hoy. Eso era la historia de Guenhwyvar de forma muy resumida.

Volviendo al presente, mire el alrededor de la biblioteca cuando entramos, hasta que dijo que pronto iba a ser hora. Entonces, aún con la capucha, pero dije una cosa. -Bonito nombre para tu mascota. [...] Hmmm, interesante, me encanta leer, me pasaré aquí a menudo. Y... Bueno, debería irme hacía fuera, donde me esperarán mis alumnos, espero.- Dije mirandola de reojo, algo inclinado, haciendo que parecíese más bajito aún.

-Hasta otra, Aiko, y que la luz se propicio. Espero que la guerra acabe pronto... Aunque debo educar a los alumnos a saber que nunca hay que luchar para matar, a excepción que sea imposible no hacerlo. Deben aprender a cuando utilizar sus poderes, y armas. No les gustará tener el remordimiento de haber matado a una persona; no es nada agradable.- Le dije, conforme me iba con una reverencia con Guenhwyvar a mi lado. Me perdí en mis pensamientos, sin querer dejando a la directora ahí... Hasta otra, Aiko.